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Llamando a las puertas del cielo…

Editar la primera obra siempre es una decisión difícil, incluso en muchos casos decisiva.

Del acierto o error de dicha elección bien puede depender el éxito de un proyecto editorial.

Por otro lado, más allá de los aspectos meramente crematísticos del retorno de la inversión, hablamos también de la definición de un estilo, de la imagen de marca de una editorial. Todo está ahí, siempre se juzgará lo nuevo con el canon establecido por la primera obra.

Con esta idea en mente aprovechamos nuestros contactos para conocer en persona una de las tres mejores bibliotecas del mundo, la Biblioteca Apostólica Vaticana.

Debo confesar que atravesar un camino vedado para cualquier turista que visita la Ciudad del Vaticano y acceder por primera vez a lugares con estricto control de acceso por parte de la Guardia Suiza fue algo realmente emocionante.

La amabilidad del personal de la Biblioteca Apostólica nos dejó sin palabras y no fue excesivamente complicado llegar a un acuerdo debido a las buenas referencias y las personas que avalaban nuestro trabajo y solvencia.

Quiero agradecer desde aquí al Doctor Ambrogio Maria Piazzoni, vice prefecto de la Biblioteca Vaticana, a los Monseñores Raffaele Farina (quien justo dejaba el cargo como Cardenal Bibliotecario en el periodo que realizamos la edición facsímil de la Leyenda de la Santa Faz) y Cesare Pasini (el nuevo Cardenal Bibliotecario quien admiró el resultado y recibió el ejemplar número 1 de la tirada) y a la Dottoresa Maria Gabriella Critelli que realizó un gran trabajo de investigación al respecto del estudio codicológico.

En aquel momento, finales de 2007, la Biblioteca Apostólica Vaticana estaba “evacuando” todos sus tesoros, pues se disponian a realizar una gran reforma dado que el peso de los libros así como alguna que otra plaga de insectos estaban poniendo en peligro las estructuras de madera centenarias.

¿Imaginan mi cara cuando veía pasar carros y más carros cargados de valiosos manuscritos?  ¡Tantos y tantos códices y no podían ser disfrutados en ese momento! El cierre por más de un año y medio de la Biblioteca por reforma hizo que se diese una situación curiosa. Después de fotografiar el manuscrito necesitábamos comparar las sucesivas pruebas de color impresas con el original. Si el códice Palatino Latino 1988  era evacuado con todos los demás manuscritos no podríamos comparar las pruebas en al menos un año y medio. Finalmente, de forma excepcional llegamos al acuerdo de conservar el manuscrito en una caja fuerte en las dependencias del personal de la Biblioteca hasta que pudiéramos comparar nuestras pruebas con el original.

De modo que “La Leyenda de la Santa Faz” tuvo el privilegio de ser el único manuscrito que quedaba en la Biblioteca Apostólica Vaticana.

Finalmente, cuando el Vice-Prefecto y el Cardenal Bibliotecario vieron nuestras pruebas, reproduciendo fiel y absolutamente el delicado cromatismo así como el tacto de la pergaminata original y dieron su visto bueno, sabíamos que algo grande había comenzado, teníamos nuestra primera edición en marcha.

Muchas veces me han preguntado que porque elegimos ese titulo y no otro para comenzar nuestra singladura editorial.

Hay muchas razones, pero me conformo con señalar dos.

La primera es precisamente la biblioteca donde se hallaba el manuscrito.  Hay editores prestigiosos que jamás han realizado ni podrán realizar una edición facsímil en coedición con la mejor biblioteca del mundo, ni aunque tengan decenas de facsímiles editados. En cambio nosotros pudiemos hacerlo con nuestra primera edición.

La segunda era la temática. Hay muchos códices, Libros de Horas, Evangeliarios, Salterios, Biblias, Apocalipsis, Beatos, etc.. y muchos (a veces incluso demasiados) facsímiles de estas categorias que acabo de mencionar. Eso era ir a lo fácil, pero si algo nos ha carecterizado desde un primera momento a CM EDITORES es la capacidad de arriesgar, las ganas de innovar, el deseo de huír de lo convencional. En este sentido La Leyenda de la Santa Faz se antojaba el libro perfecto. No era un libro litúrgico, ni era un libro 100% religioso. Tampoco era un libro histórico, ni una crónica. Era una mezcla de todo. Era una leyenda, un relato a mitad de camino entre lo histórico (la llegada a Luca de una imagen de Cristo que existe y que está actualmente en la catedral de San Martín de Luca) y la ficción (el relato del tallado de la cruz, con la imagen de Cristo en Majestas por parte de Nicodemo y su viaje fantástico a través del mar mediterraneo). Lo tenía todo. La mejor biblioteca del mundo, un tema apasionante y un gran miniaturista.

Ya lo teníamos, habíamos llamado a las puertas del cielo y nos habían dejado entrar.