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¿Cómo influyó la aparición de la imprenta en los incunables?

Se cumplen 550 años desde que la imprenta llegó a España. Hizo su aparición más tardíamente que en otros países europeos. Pese a esto, pronto se convirtió en herramienta indispensable para la expansión del conocimiento en España.

La primera imprenta en instalarse fue la de Segovia, en 1472. Pronto la siguieron la de Burgos, Salamanca, Valencia, Zamora, Sevilla o Barcelona, entre otras. Gracias a estas imprentas, nuestro país disfruta de una amplia colección de incunables.

¿Qué es un incunable?

Un incunable es un libro impreso antes de 1501. Se podría pensar que eso conlleva un alto número de incunables, pero no es así, y mucho menos en España, donde la imprenta llegó más tarde. Sin embargo, los incunables españoles no desmerecen al lado de los europeos. De la imprenta de Segovia salió el primer incunable de España, el Sinodal de Aguilafuente de 1472. El primer incunable con grabados fue el Fasciculus Temporum, impreso en Sevilla en 1480 por Werner Rolenwick.

Los primeros impresores de España fueron extranjeros, entre los que destacan Párix, Botel o Planch. Sus influencias alemanas y de otros lugares se vieron reflejadas en la creación de los incunables españoles. Además, estaban destinados al público culto, rico y de elevada posición, por lo que casi todos están redactados en latín. Muy pocos fueron redactados en lengua romance.

Actualmente, la Biblioteca Nacional de España cuenta con más de 350 ejemplares de incunables. Conocida antes como Biblioteca Real, lleva desde el siglo XVIII trabajando en rescatar y elaborar una cuidada colección de los incunables que todavía se encuentren dentro o fuera de nuestra península.

Compras a particulares, subastas y donaciones han sido las fuentes que han alimentado siglo tras siglo esta colección hasta alcanzar los 3159 ejemplares. De esos ejemplares, alrededor de 350 pertenecen a la serie de incunables españoles.

Para asegurar su conservación a pesar del tiempo, se ha llevado una digitalización de cada uno de ellos, evitando así su deterioro durante investigaciones o consultas futuras.

El incunable nº 1 de la BNE

El incunable número 1 de la Biblioteca Nacional de España no es otro que el Apocalipsis de Alberto Durero, del cual hemos realizado una magnífica edición facsímil. Puede conocer más de él con su Art Book correspondiente.

Facsímil del Apocalipsis de Alberto Durero

Incunables perdidos

Desgraciadamente, no todos los incunables han tenido esta suerte. Algunos han sido expoliados por guerras, conflictos, regalos, robos, etc.

Un ejemplo de ello es el primer ejemplar de la Celestina, incunable de 1499, que se haya en posesión de la sociedad estadounidense Hispanic Society of America.

Manuscritos de Colón, Biblias hebreas, mapas de la conquista y exploración americana… Todo eso se halla actualmente en bibliotecas, sociedades y colecciones extranjeras.